La crisis del videojuego de 1983, también conocida
como la debacle de Atari, fue el
desafortunado evento que dio fin a lo que se considera la segunda generación de
los videojuegos. La crisis comienza el 21 de junio de 1982, llevando a la
quiebra a varias empresas norteamericanas dedicadas a la producción de ordenadores y videojuegos. Seguramente el principal detonante de la crisis fue la
enorme cantidad de videojuegos de baja calidad existentes en el mercado de la
época, llegando éstos a ocasionar una notable reducción en las ventas de
videojuegos y una enorme pérdida de la confianza en los clientes. La crisis
duró aproximadamente dos años, llegando incluso a sembrar numerosas dudas sobre
la viabilidad a largo plazo de la industria del videojuego. Con el paso del
tiempo el sector del videojuego consiguió recuperar la estabilidad que había
perdido en los últimos años gracias, entre otras cosas, al éxito sembrado por
la Nintendo Entertaiment System (NES), lanzada en Estados Unidos en 1985 y convertida en un éxito de masas en 1987.
Son numerosas las razones que propiciaron la crisis, pero la principal causa fue la excesiva cantidad de consolas y saturación del mercado, donde llegaron a coexistir cientos de juegos, teniendo muchos de ellos una calidad cuestionable ya que habían sido desarrollados en muy poco tiempo con la intención de obtener grandes cantidades de dinero aprovechando el auge de esta industria. Esta sobresaturación del mercado causó una drástica baja en las ventas de videojuegos e hizo perder la confianza a muchos consumidores.
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